En el corazón de "El Libro de Pituco" hay un hombre que, sin alzar la voz ni buscar protagonismo, sostiene con su sola existencia la primera y más profunda etapa del viaje de nuestro pequeño héroe. Ese hombre es "Don Luis".
Don Luis no es un personaje más. Es un pilar. Es la primera figura humana que ve a Pituco no como un simple perrito, sino como un ser con alma, con historia, con derecho a ser amado sin condiciones. En un mundo que suele ir demasiado rápido para notar a los pequeños, Don Luis camina despacio. Observa. Escucha. Y en ese silencio suyo, lleno de sabiduría y ternura, le ofrece a Pituco algo que cambiará su vida para siempre: "Un hogar, un nombre, y un lazo invisible e irrompible hecho de afecto profundo".

No es un hombre de gestos grandilocuentes ni hazañas épicas, pero su presencia es esencial. Porque en sus manos comienza la transformación de Pituco. Porque en sus ojos se enciende el reflejo de una vida compartida. Porque es él quien siembra, sin saberlo, las semillas del amor, la pérdida, la esperanza… y ese misterioso destino que aguarda a nuestro pequeño amigo más adelante.
"Don Luis es el primer nudo del lazo que une a Pituco con el mundo". Sin él, no hay historia. Sin él, no hay despertar. Sin él, Pituco no sería quien es.

Por eso, al abrir este libro, encontrará algo más que aventuras y travesuras. Encontrará a un hombre que, con el simple gesto de abrir su corazón, da inicio a una historia que habla de vínculos, memoria y amor incondicional. Y es muy probable que, cuando cierre el libro, Don Luis ya viva también en su recuerdo… como vive en el de Pituco. Para siempre.

"Tu consuelo siempre será saber, que volveremos a estar todos juntos algún día.
Mientras tanto, lo importante es el amor que dejas en este mundo... Eso nunca se desvanece".